La educación sexual se presenta como una forma de hacer entender que todos tenemos derechos relacionados con la sexualidad. Sin embargo, son muchos los que piensan que más que mostrarlo, lo imponen.

De hecho, ha surgido un nuevo colectivo, denominado a sí mismo a través del hashtag #ConMisHijosNoTeMetas, que defiende esta idea. Creen que la educación sexual es sinónimo de imposición de ideologías de género que les hace tener una sexualidad más precoz. Una idea que contrarresta con lo que sucede con los más jóvenes.

¿Quién debe darla?

Este movimiento, surgido en Argentina, no recoge todas las inquietudes de los padres. Una de las más comunes es quién va a transmitir esta información a sus hijos. Cada vez más profesionales se desplazan a los centros educativos para hablar sobre esto. Sin embargo, todavía hay muchos colegios e institutos que optan por formar a sus propios profesores. No es una mala opción, siempre que se formen con profesionales y sepan de qué y con quién hablar.

Sin embargo, algunas estudiantes de Magisterio, nos han contado que apenas han recibido formación con respecto a este tema. Por tanto, ¿hasta qué punto es una buena alternativa que sean los propios profesores los que den este tipo de educación?

Por otro lado, estos grupos aseguran también que la educación sexual no tienen en cuenta los valores religiosos. Defienden que los padres deben ser quienes eduquen a sus hijos, y la escuela tiene que asistirles. Sin embargo, los colegios públicos (y algún concertado) no tienen por qué educar siguiendo una religión concreta. España es un Estado aconfesional, por lo que no se debería unir esta educación con la religión.

Pero lo que realmente les preocupa es no controlar de lo que sus hijos ven, oyen o leen. Algo paradójico cuando la frontera de acceso al porno se sitúa ahora entre los 9 y los 11 años, lo que equivale a 4º-6º de Educación Primaria. Un material que suelen ver en su casa, a través de sus móviles u ordenadores. Y, además, el sexting ha vuelto a hacerse eco entre los más pequeños. Una práctica que puede conllevar numerosos problemas para quienes no saben qué consecuencias puede traer. Antonio Valdivia, inspector de la C.N.P. y delegado de participación ciudadana, nos explica cuáles son esos riesgos.

Desde porNOhablar queremos lanzar un mensaje para todos los padres: vuestros hijos no va a querer tener relaciones sexuales antes por recibir educación sexual. Van a entender que su cuerpo es suyo y que nadie puede tocarlo. O que hay que respetar a los demás. Que es normal que le guste otra persona de su mismo sexo. O incluso que le guste más de una.

En realidad, está demostrado con numerosos estudios que la educación sexual “ayuda a mejorar la salud sexual y reproductiva”. De hecho, según datos de “El Intermedio”, el 62% de los programas que la han incluido han sido eficaces. Además, la mayoría han sido beneficiosos, llegando a reducir en ⅔ los comportamientos de riesgo asociados a la salud sexual.

Al disminuir estas conductas, se acaba también reduciendo las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual) y los embarazos no deseados. Además, se logra influir en las actitudes sexuales, haciendo más seguro y fácil el sexo. Por último, cuando normalizamos estos temas se consigue que los jóvenes sepan a qué “se enfrentan” y entiendan que el porno, ese material al que acceden desde los 9 años, no es real. Y, por tanto, no deben cumplir con las expectativas que esto les crea.

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