El pasado 8 de agosto de 2020, se cumplieron 14 años desde que se celebró por primera vez el Día Internacional del Orgasmo Femenino. Su origen no está muy claro, aunque la historia más extendida lo sitúa en una pequeña región de Brasil. Pero, antes de nada, ¿qué es un orgasmo?
Para empezar, no existe una definición completa y única del orgasmo. Según Quintero et al. en Orgasmo femenino: definición y fingimiento, un orgasmo “es la descarga repentina de la tensión sexual acumulada durante el ciclo de respuesta sexual, resultando en contracciones musculares rítmicas en la región pélvica caracterizadas por el placer sexual”. O, en otras palabras, el cúlmen de placer de cualquier relación sexual.
Siguiendo un estudio elaborado por LELO, citado por el periódico El Mundo, “el 60% de las españolas ha fingido un orgasmo a lo largo de su vida”. Los motivos principales se basan en complacer a la otra persona o querer terminar rápido.
Incluso «hay mujeres que, cuando se dan cuenta de que están alcanzando el orgasmo, se frenan en seco”, cuenta Isabella Magdala, psicóloga experta en terapia con mujeres, para dicho periódico. Esto puede deberse, tal y como comenta Magdala, a las dificultades que solemos tener para permitirnos placer y “perder el control”.
La falta de información sobre el tema es el principal factor. El placer femenino ha sido y es una gran incógnita. De hecho, en numerosos países de África, Oriente Medio y Asia sigue siendo muy habitual la mutilación genital femenina, basada en la creencia de que el placer de la mujer es pecado.
A pesar de que esta práctica, al igual que muchas otras que no conllevan un daño físico explícito, vulneran los derechos fundamentales y son perjudiciales a corto y largo plazo, hay quienes siguen oponiéndose a que se implante la Educación Sexual Integral en las aulas. Esto solo perpetúa la idea de que temas como el placer deben seguir siendo un “secreto”. E incentiva la desinformación, lo que acarrea numerosos problemas.
Día Mundial del Orgasmo Femenino
Volviendo al origen de este día: Todo empezó cuando los resultados de un estudio hecho por la Universidad Federal de Pinauí llegaron a las manos de José Arimateia Dantas, un concejal de Esperantina (Pinauí, Estado de Brasil).
Entre todos los datos que proporcionaba dicho estudio, Arimateia destacó el siguiente: el 28% de las mujeres de esta región tenían problemas para llegar al orgasmo. Al leer esto, supo que había un grave problema de salud sexual en su municipio. Por ello, impulsó una ley con la que pretendía “suplir las deudas de placer” para con las mujeres. Además, gracias a esa ley, se empezó a estudiar el placer femenino y a ser abordado como una “cuestión de salud pública”
A partir de ese momento, se tomó el 9 de mayo como el Día del Orgasmo Femenino en esta región, aunque unos años más tarde se trasladaría al 8 de agosto. Desde entonces, se conmemora a nivel mundial: en algunos países como Noruega, es un día festivo, mientras que en otros como Dinamarca se castiga con 1 año de abstinencia a todo hombre que no consiga llevar a la mujer al orgasmo.
A pesar de llevar celebrándose 14 años, un estudio realizado por Control en el año 2017 concluyó que aproximadamente el 60% de las mujeres españolas tenían problemas para llegar al orgasmo, mientras que solo los sufrían un 23% de los hombres (aprox). Además, según un informe del Instituto Kinsey de EE. UU., solo ⅓ de la población mundial femenina llega al orgasmo sin problemas.
Según Diana Fernández, sexóloga miembro de la Asociación Española de Profesionales de la Sexología (AEPS), “muchas mujeres tienen placer de maneras diferentes cuando están solas que cuando están en pareja. Solas se siente libres para hacer y buscar el placer sin remilgos ni tabúes, sin prisas, desde la experiencia y el autoconocimiento, de forma que el placer suele estar asegurado«
Esto sucede, según explica Ruth González Pérez, psicóloga y sexóloga, porque el modelo sexual actual está basado en la penetración. Esto, denominado comúnmente como “coitocentrismo”, dificulta la llegada al orgasmo en las mujeres. ¿Por qué? Muy sencillo: la zona en la que las mujeres (o, mejor dicho, cualquier persona con vulva) reciben más placer es en el clítoris. El conocidísimo Punto G o zona G no es más que la prolongación interna de este órgano.
Con la penetración vaginal se estimula esa zona interna, pero no la externa, que es con la que se siente más placer. El clítoris es el único órgano cuya única función es dar placer: tiene unas 8000 terminaciones nerviosas, el doble que el pene en su totalidad.
A pesar de ello, es el gran olvidado de las relaciones sexuales. Uno de los principales motivos, además de ese “coitocentrismo”, es el mito de los preliminares. Pero no es el único que existe en torno a la sexualidad femenina.
Datos sobre el orgasmo
- Aumenta la segregación de endorfinas, lo que hace que los niveles de estrés desciendan al tener un efecto relajante.
- Mejora el sistema inmune al aumentar la cantidad de anticuerpos en el organismo.
- Ayuda a dormir al segregar endorfinas, oxitocina y prolactina, generando así en el cuerpo un efecto ansiolítico natural.
- Genera sensación de bienestar y relajación.
- Disminuye el dolor de ovarios, especialmente durante la menstruación.
- Aumenta la confianza y la inteligencia emocional, lo que contribuye de forma positiva en la salud emocional.
- Mejora la piel al aumentar la circulación sanguínea y bombear oxígeno hacia la piel mientras se produce.
- Disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas y ataques de corazón al reducir la presión sanguínea.
- Las personas con vagina son potencialmente multiorgásmicas al responder de inmediato a la estimulación, algo que no ocurre en las personas con pene.
- El clítoris es el único órgano del cuerpo cuya única función es dar placer.
- Puede provocar que el umbral del dolor aumente hasta un 107%, según la revista Mia Digital.
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